domingo, 5 de diciembre de 2010

Sylvian's Manafon


"Manafon" (2009) es la última grabación de inéditos de David Sylvian hasta la fecha. Una entrega austera, minimalista hasta el extremo y muy centrada en las cualidades vocales de Sylvian. Sylvian profesa desde sus inicios una ferviente devoción a Japón, sellada en el nombre de su grupo de origen, Japan, que fundó en 1974 y disolvió en 1982 para desplegar su carrera en solitario, que llega hasta el presente. Entonces hizo pareja de colaboración con Ryuichi Sakamoto, colaboración intermitente que continúa hasta hoy, aunque su epicentro ha estado en los ochenta. La combinación del intimismo del británico y la plasticidad del japonés ha dado resultados brillantes. Quién no se conmovió con Merry Xmas Mr. Lawrence (1983) y el lirismo del dúo Sylvian/Sakamoto? Sakamoto está presente en el primer album de Sylvian en solitario, "Brilliant Trees" (1984). Enamorado de Tokio, al año siguiente Sylvian edita un documental sobre la ciudad. En 1990 presenta en Shinagawa una instalación multiartística, con escultura, sonido e iluminación. Japón se ha convertido en un receptor principal de la figura de Sylvian como artista, manteniendo relaciones artísticas con primeras figuras de la escena artístico-musical de Tokio. En 1994 presentó aquí otra instalación de imagen-sonido.


En 2007, el experimentalismo ambiente de Sylvian en colaboración con artistas japoneses de la tecnología del sonido da como resultado el magnífico album instrumental "Naoshima-When Loud Weather Buffeted". "Manafon" es musicalmente heredero de Naoshima. Presenta como novedad la aparición estelar del guitarra/turntables Otomo Yoshihide, colaborador por largo tiempo con el fallecido guitarra Derek Bailey, y autor de la parte musical en la versión multiartística de "Me convertiré en momia" (1992) del escritor Shimada Masahiko. Otomo participa en tres de los nueve temas, destacando su intervención en "The Greatest Living Englishman", un corte grabado en Tokio casi exclusivamente con músicos japoneses: Tetuzi Akiyama (guitarras), Toshimaru Nakamura (mesa de mezclas no-input), Sachiko M (ondas sine).

El concepto lírico es un homenaje al poeta R. S. Thomas. El album presenta estudios de grabación en Viena, Londres y Tokio, y la colaboración del artista plástico Atsushi Fukui. Personalmente aprecio el background musical de los últimos trabajos de Sylvian, con ese minimalismo experimental, sobrio y a veces sobrecogedor, cercano al noise pero sin estridencias, contenido y muy sugerente. Lo aprecio más que su trabajo vocal, que no tiene el punto novedoso y explorador de la composición musical. El error de "Manafon" es darle demasiada frontalidad a la voz. Pero instrumentalmente es impecable. Quedamos expectantes de la prometida versión instrumental que vendrá a continuación.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Sleepwalkers (2010)


David Sylvian nos entretiene este año mientras prepara la versión orquestal de Manafon, con una antología de colaboraciones muy potente, especialmente las que son con artistas japoneses del sonido, o el compositor Dai Fujikura (colaborador en la versión anunciada de Manafon), o el amante de la belleza Sakamoto (del album "Chasm" de 2005). Del album de Takagi Masakatsu "Coieda", tenemos también un tema con Sylvian. Recomendable para los seguidores de Sylvian. Para los nuevos un buen punto de entrada al mundo sonoro del David Bowie-Brian Ferry de hoy.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Inoue "Los remiendos del padre Mokkinpotto"

"¿No sería acaso que la carta de recomendación estaba poniendo al descubierto aquel suceso en que, de entre los libros extranjeros donados por el ejército de ocupación, en una bolsa de lona robamos la Historia de los Estados Unidos para niños, las Obras completas de Dickens y las Obras completas de Shakespeare, y fuimos a malbaratarlos a la calle de librerías de viejo frente a la entrada principal de la Universidad de Tohoku, y después, con la boca reventar de inari-zushi y demás cosas compradas en el mercado negro frente a la estación, nos fuimos a ver películas a varios cines?" (p. 160)
Qué delicia de párrafo. Qué absoluta irreverencia frente a la gran tradición anglosajona. Qué pasión por el cine y la cultura visual. Hisashi Inoue  (1934-2010) murió el pasado mes de abril dejando un legado de relato cómico en el sentido de la tradición de Edo, es decir en la estela de la gran tradición de Shikitei Sanba (1776-1822) y el ukiyozoshi, ese género japonés de difícil homologación a la novela europea.
El breve relato sobre el cura francés Mokkinpotto (Mockingpot, quizá?) y su esperpéntica figura en un Tokio de barrios herederos de la cultura ukiyo, la cultura del placer, es delicioso. Me trae a la mente la primera novelística del gran Soseki, de Botchan a Sanshiro. Uno de los pocos restos en el siglo XX de la gran tradición narrativa de Edo.
Vaya de aquí nuestro pequeño homenaje y mi agradecimiento a nuestro colega Guillermo Quartucci que nos ha provisto generosamente del ejemplar donde se incluye: "Antología de la narrativa japonesa de posguerra" (A. Tanabe ed., Mexico: Premià 1989).

jueves, 19 de agosto de 2010

Ian Buruma (2008) "La amante china"

"El kimono de Yoshiko estaba hecho como un traje de noche occidental, con corchetes y botones. Y su maquillaje era muy poco habitual; Isamu dijo que se había inspirado en La historia de Genji. Ella parecía una exquisita muñeca japonesa con el rostro pintado de blanco, con labios rojo brillante, como pétalos de rosa, y las cejas pintadas en la frente, como dos polillas gemelas, al estilo de una dama de la corte del siglo XX" (querrá decir XI, p. 248).
Las palabras clave en esta cita son "occidental" y "japonesa". Lo que le fascina a Buruma de este personaje histórico, Yoshiko Yamaguchi (Yoshiko Otaka, 1920-) es su carácter híbrido de japonesa-china (Li Xianglan)-occidental (Shirley Yamaguchi), gracias al cual representa una iconicidad múltiple, encarnando lo mejor de las tres culturas. De alguna manera nuestro autor se siente representado idealmente en este personaje, siendo él mismo de origen europeo (anglo-holandés), habiendo estudiado literatura china, y estando casado con una japonesa.
Lo mejor de esta novela es su entronque histórico, por el cual Buruma da un repaso al Japón de tres periodos: preguerra-guerra, ocupación americana, años sesenta-setenta. Buruma tiene la libertad de un buen periodista que maneja muchos tipos de fuentes.
Lo peor es que Buruma está anclado en los estereotipos occidente-Japón, y tiene dificultad para salir fuera del hechizo de la literatura del nihonjin-ron (discurso sobre "los japoneses"), que resulta poco convincente a estas alturas, y ya un poco desfasado.
Ian Buruma es autor de títulos como "Occidentalismo: Breve historia del sentimiento antioccidental" y "La creación de Japón: 1853-1964", el primero de gran interés para una historia de las civilizaciones, y el segundo para una historia del Japón contemporáneo. Ambos más recomendables que su novelística.
Duomo Ediciones anuncia la próxima publicación de "The Wages of Guilt: Memories of War in Germany and Japan" (1994), que promete ser de interés para nosotros los niponólogos.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Kurosawa nunca estuvo solo

Seguro que si le pedimos a algún aficionado cinematográfico que recuerde algunos de los grandes directores clásicos enseguida citaría, a poco que se esforzara, unos cuantos: Welles, Chaplin, Hitchcock, Godard, Truffaut, Rhomer, Visconti, Fellini; Polanski, Bergman… y seguro que añadiría algunos iconos de la época sin dificultad: Gene Kelly; Brando; Marilyn; James Dean; Clark Gable; Garbo… Un buen aficionado además, debería citar sin dudar a Kurosawa.
En cualquier publicación sobre la historia del cine, siempre como contrapunto al amplio abanico occidental se destaca el trío japonés formado por Ozu, Mizoguchi y Kurosawa. Esto hace que la balanza esté descompensada. Porque si realmente se conociese mejor el cine japonés, la lista aumentaría considerablemente. Tan sólo en las décadas de los 50 y los 60, hay varias docenas de obras maestras inapelables
          Se cumple este año el aniversario del nacimiento de Kurosawa. Los actos y homenajes previstos se han visto oscurecidos por el hundimiento de su fundación en Japón y el enjuiciamiento por malversación de fondos de su hijo, encargado de dirigirla. Eso ha hecho que, a nivel internacional, cada quién haya llevado a cabo actividades de celebración y homenaje de forma aislada y descoordinada. Nosotros no podíamos dejar pasar la oportunidad, aunque sea de esta forma tan modesta. Nadie duda de la grandeza de este director, reconocido a nivel internacional. Sin embargo, homenajearlo en el centenario de su nacimiento aislándolo de su contexto, de su época y de sus coetáneos me parece injusto. Se destacan las grandes influencias que tuvo sobre otros directores occidentales; sus innovaciones técnicas y su obsesiva y perfeccionista personalidad que le hacía vivir, literalmente, en función del cine.  
          Cualquier comentario que yo pudiese hacer sobre Kurosawa, seguro que ya ha sido expresado por plumas más expertas que la mía. Así que mi particular homenaje consistirá en repasar algunos de los directores y películas que acompañaron paralelamente a Kurosawa en su época para matizar su grandeza en el contexto que le corresponde. Porque un genio aislado, es eso, un genio aislado. Pero un genio rodeado de genios forma parte de algo más profundo que merece la pena ser estudiado y conocido. Mi hipótesis es que su fama y reconocimiento en Occidente son un buen ejemplo de la arbitrariedad y el capricho con el que el cine de una cultura se exporta y es asimilado por otra. Su películas han sido las más distribuidas y conocidas en Occidente. Algo que no ocurrió con algunos de sus colegas, que no han sido reconocidos hasta veinte y treinta años después del estreno de sus películas en Japón a pesar de sus indiscutibles méritos.
          Kurosawa abre el mercado occidental al cine japonés con “Rashomon” (1950) . Kôzaburô Yoshimura, estrena el mayor éxito de taquilla de Japón hasta la fecha, en 1951: “Genji Monogatari”, adaptación fiel de la gran obra homónima. Mizoguchi, causa sensación en 1953 con “Cuentos de la luna pálida de agosto” y en 1954 con “El intendente Sansho”. A pesar de que llevaba ya una larga lista de éxitos en Japón. Ozu no es reconocido hasta los 70; 10 años después de su muerte. Y su obra ha ido ganando en relevancia desde entonces, a medida que se ha ido conociendo. “Cuentos de Tokio” (1953) es una muestra de su grandeza. Sô Yamamura, actor reconvertido en director, rueda, produce y protagoniza la magnífica pero poco conocida “Kanikosen” (1953) adaptación de la novela (comentada en el blog hace poco). De realismo descarnado, y censurada por el régimen militarista de la época, posee algunas escenas memorables. Una de ellas homenaje a otra del “Acorazado Potemkin”, de Eisenstein (1925).
          La cinta de Teinosuke Kinugasa "La puerta del infierno" gana la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes, un Oscar al mejor diseño de vestuario y Oscar a la mejor película extranjera estrenada en EEUU en 1954.  (Este es el año de "Los siete Samurais" y de "Godzilla"). Hiroshi Inagaki con "Miyamoto Musashi" gana un Oscar especial a la mejor película extranjera. Kon Ichikawa es premiado por “El arpa birmana” (1956). En 1958 el largometraje de Hiroshi Inagaki, "El hombre del carrito", gana el León de Oro en el Festival de Cine de Venecia. En 1962, aparece por primera vez Zatôichi, personaje carismático, masajista pobre e invidente pero espadachín letal, que aparecerá en una treintena de películas y en series de televisión durante más de 27 años. La última ocasión en la que hemos podido verle ha sido en la cinta de Kitano "Zatôichi", en 2003.
Por no acabar con la paciencia del lector ni el espacio razonable de una entrada, acabaré diciendo que en la década de los sesenta, estalla el boom del cine de mostruos ("Kaiju eiga") y la denominada "Taiyozoku" o Nueva ola, llena de películas experimentales, sin olvidarnos de las películas de samurais ("Chanbara" y "Jidai-geki"), que no han dejado de producirse nunca en mayor o menor medida.
          No extraña que a estos años se les conozca como la “Edad de Oro” del cine japonés debido a la consecución de logros artísticos y comerciales de forma simultánea que, además en términos de volumen de producción no tiene parangón en ningún otro lugar del mundo.
          Kurosawa demostró sobradamente no sólo la maestría técnica en sus creaciones sino un profundo amor a la expresión estética y psicológica en contenidos y personajes. Pero sus coetáneos no fueron meros comparsas. Por eso es fundamental mantener una perspectiva más amplia al hablar de la genialidad de Kurosawa. Para poder situarlo mejor en el espectro nipón con respecto a sus referentes más cercanos. Después ya podremos volver a nuestro espectro occidental y maniestar opiniones desde un conocimiento más global; menos pobre; menos desconsiderado hacia las creaciones artísticas no occidentales. Sólo de esa manera se puede ser justo con él y con los demás.
          Mi película favorita de Kurosawa es, rotundamente “Los siete samurais” (Sichinin no samurai). No es la más compleja, ni la más elaborada, ni la más innovadora. Sin embargo encierra toda una declaración de principios. El manejo de los tiempos y la tensión. La profundidad en el retrato de los personajes y la estructura perfectamente compuesta, hacen que la disfrute cada vez que la veo. La escena de lucha bajo la lluvia torrencial con un Mifune inmenso, es sencillamente perfecta.
         Para terminar esta entrada, y a modo de ejemplo que puede ilustrar mi postura, merece la pena comentar que esta semana ha aparecido en “El País”, bajo el título “Las películas que cambiaron su vida” un listado, producto de una encuesta hecha a cien profesionales del cine hispanoamericano. El cine japonés aparece, por primera vez, en el puesto número 70 representado por “Los siete samurais” y en el 82 “Rashomon”, de Kurosawa. En el 89, “Cuentos de la Luna Pálida” de Mizoguchi.
          Si quereis ver las que aparecen y hacer comentarios, aquí podeis ver el listado:
Ya se que es una lista basada en los gustos y preferencias de los encuestados pero no me puedo creer algunas de las que aparecen por delante de estas tres.

Por cierto, después de esta entrada, creo que intentaré crear una serie, y me dedicaré a repasar la historia del cine japonés. Porque es imposible saber dónde estamos si no sabemos de dónde venimos.

miércoles, 28 de julio de 2010

Lanzaco, "La cultura japonesa reflejada en su lengua" (2010)

Nuestro colega niponólogo Federico Lanzaco, autor señero de obras como:
- Los valores estéticos en la cultura clásica japonesa, Verbum 2009
- Introducción a la cultura japonesa: Pensamiento y Religión, UVA 2005,
nos regala en su última publicación un interesante ensayo sobre curiosidades de la lengua japonesa, dirigido a estudiantes de lengua que han superado ya el nivel básico, y estudiosos de las diferencias culturales, en particular la japonesa.
El ensayo está bien articulado, no deja ningún área lingüística importante sin tocar, y dedica una gran parte de sus reflexiones al tema de la escritura y sobre todo la pragmática, en contextos culturales que el autor recoge de su larga experiencia como niponólogo y como intermediario cultural y empresarial con japoneses.
Esta edición en Verbum ofrece tablas y anexos que hacen, además de interesante, útil el uso de este ensayo para estudiantes de la lengua japonesa, que lógicamente se interrogan por la cultura. En un formato manejable y precio asequible.
Es una obra de madurez, fruto de muchos años de experiencia. Celebramos su aparición en nuestro panorama editorial.

Juan Masiá, in honorem

Leo con estupor las recientes noticias de prensa sobre la caza de brujas a que está siendo sometido el jesuita profesor de ética y niponólogo, Juan Masiá. Le he conocido en una sola ocasión, y he mantenido un breve contacto de intercambio, y como colega he de lamentar profundamente que este especialista en pensamiento ético japonés no sólo no obtenga el debido reconocimiento que merece en nuestro país, sino que sea perseguido intelectualmente por hereje.
No sé como teólogo, pero como niponólogo su trabajo es intachable e inspirador de nuevas generaciones. Yo me inicié en la niponología gracias al estímulo de otro jesuita, otro hereje de la moral de la orden, que optó por colgar los hábitos y desposar a una japonesa, tener hijos muy guapos, y buscar discípulos. Le fue mejor que en un enfrentamiento estéril con la jerarquía.
A Masiá le debemos en España:
- El sutra del Loto, en Sígueme 2009
- Aprender de oriente: Lo cotidiano, lo lento y lo callado, Desclée de Brouwer 2008
- El Dharma y el Espíritu, con Suzuki Kotaro, en Promoción Popular Cristiana 2008
- Pararse a contemplar: Manual de espiritualidad del budismo Tendai, del maestro Zhiyi, en excelente versión al castellano, Sígueme 2007.
- Antropología del paisaje: Climas, culturas y religiones, del filósofo Watsuji Tetsuro, en versión castellana de Sígueme 2006.
- Pensar desde la nada: Ensayos de filosofía oriental, selección de escritos de Nishida Kitaro, en versión castellana de 2006.
- El despertar de la fe, traducción del clásico en Sígueme 2003,
sólo en el área niponológica. Con este palmarés se hace irrelevante su posible conflictividad teológica. Masiá merece el reconocimiento debido a los que trabajan incansablemente para dar a conocer en nuestro ámbito cultural textos y autores de una importancia enorme en una historia global del pensamiento y la cultura intelectual.
Como eso, como el gran intelectual que es, reciba desde esta página nuestro sincero homenaje.

lunes, 19 de julio de 2010

Brecht y "La Judith de Shimoda"

En "La Judith de Shimoda" (Die Judith von Shimoda, 1940; Alianza 2010), Brecht hace homenaje simultáneo a la figura de la Judith judía y al autor dramático japonés Yamamoto Yuzo, en una versión universalista de la heroína que enfatiza su tono feminista y trágico. También en Japón una mujer del pueblo es utilizada por su sobresaliente carisma personal para fines diseñados por la alta política, y cual títere es desechada e incluso victimizada. Una heroína convertida en chivo expiatorio nacional, al estilo también de una Juana de Arco o una Mariana Pineda. Con la diferencia de que el mundo moderno del capitalismo internacional no ofrece una causa a Okichi en la que creer, sino tan sólo una razón de estado por la que sacrificar su virginidad y a cambio perder para siempre su dignidad humana. Los americanos quedan retratados como el poder del militarismo hegemónico, y los japoneses como unos políticos que no dudan en entregar a lo mejor de su nación para evitar la agresión. Okichi, que representa al pueblo en su momento prístino de pureza, es incluso objeto de escarnio popular por la masa ignorante e insensible, que la excluye del seno de su comunidad natural. Proletariado del proletariado, Okichi es despojada de identidad nacional y personal, y proyectada a un exterior existencial como paria del mundo.

lunes, 12 de julio de 2010

Unas líneas sobre mi vida en un templo zen de Nagasaki, por Vicente Haya

Un silencio que huele a musgo:

http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/7/7b/Nagasaki_Kofukuji_M5667.jpg

El lugar donde se encuentra Kôfukuji es verdaderamente excepcional: rodeado de cientos de miles de tumbas bajo la montaña Kazagashira, en la calle de los templos, imposible de determinar en qué punto de la frontera entre lo vivo y lo muerto. Dentro de los terrenos de Kôfukuji, y ya entemetidas entre las tumbas, hay unas pocas casas; casas de gentes silenciosas hasta donde no puede imaginarse, seres humanos que ya son budas. El tiempo pasa eterno: Allâh se muestra. Un gato sin cola se desliza bajo la ventana, sin darse cuenta de que lo observo; el mundo al revés: el mundo como siempre debí haber estado en él. Imperceptible. Casi cualquier acción humana, casi cualquier pensamiento, rompe la armonía. Los seres humanos dejan de ser rentables para la sociedad de consumo, como Hôsai:

豆を煮つめる自分の一日だった

Mame o nitsumeru jibun no ichinichi datta

Hervir las semillas de soja.
Eso fue lo que hice
en todo un día.

Los yines, los genios y los shaitanes se han quedado abajo en la ciudad, en la otra punta del río. Excepcionalmente, alguno llega hasta los templos pidiendo compasión y el abad Matsuo los cura. El otro día, un extranjero de cara sonrosada asomó la cabeza por mi ventana mientras yo rezaba ante el bambú. Me asusté; no dije nada. Buscó una palabra en japonés para decirme. Finalmente, balbuceó: “almeja”. Me encogí de hombros y cerré los ojos. No tenemos la obligación de entender todo lo que ocurre. Pero sé que sólo los yines odian la intimidad y miran dentro de las casa ajenas. Se fue con su ruido y seguí adorando a Allâh en el bambú.

Satán es el ruido. Por eso no podemos quejarnos del silencio de Dios. Aquí su silencio que huele a musgo. Tiene entremezclados algunos sonidos, que también son silencio: un anciano a lo lejos cava unas estacas en la tierra, el bambú se roza al viento, el sonido lejano de niños que juegan junto al río, las gotas desiguales de la lluvia, el milano reclama su comida, una escoba barriendo hojas secas…, nada, nada, oír el lento crecimiento de las cosas, vivas y muertas. A cada kilómetro un árbol centenario hunde sus raíces entre las tumbas, como si se nutriera del silencio de todos nosotros, una pobre comunidad de vivos y muertos en la que los vivos estamos en clara minoría.

En cierta ocasión, una mujer mirando a las tumbas me dijo: “Ellas te protegen”. Es verdad que aquí te sientes protegido, sin hacer nada. En agradecimiento, subo al caer la tarde a pedir por los difuntos. Cuando un amigo japonés me preguntó a qué subía, le dije: Hotoke no tamé tanomimasu. En seguida me dí cuenta de que esta frase es ambigua, pues no sólo significa “Pido por los muertos”, sino también “Pido por el Buda”. Y me autocorregí: “¡Qué tontería he dicho! Pedir por el Buda…” (esta vez usé una palabra para “Buda” que no era equívoca: Shakka). «El Buda –me contestó mi amigo- necesita que pidamos por Él». Hotoke no tamé tanomimasu, en japonés antiguo, también significa: “Gracias al Buda puedo pedir”. Las palabras, cuando sumadas conforman un silencio, nos sitúan más allá de donde creíamos que nos llevarían. Ese silencio no es un no-decir, sino una forma distinta de nombrar las cosas. Es verdad que nuestras revelaciones en Occidente son palabra. El Dios que se comunica con nosotros necesita la palabra para mostrar que la conciencia no debe llenarse de palabras. En Oriente, la Revelación es sin palabras porque aquí la gente tampoco las necesita. A este decir sin decir de los japoneses le llaman el “arte del hara”(haragei), el arte de hablar con las tripas. Nuestras categorías occidentales no sirven aquí; las categorías de aquí no sirven allí. Aún recuerdo al Padre Masiá en Comillas diciendo con una sonrisa: “Cuando encuentres al Buda, mátalo”, y también recuerdo la cara que puso el Rector de Comillas al escucharlo. Oriente nos obliga a replantearnoslo todo. Los jesuitas de Japón lo saben bien. Decía el Padre Pitau, hablando del Padre Enomilla-Lasalle, ambos jesuitas: “No es que no crea en los dogmas… ¡Es que no cree en el principio de no-contradicción!”. Sin la lógica de la Verdad, el creyente occidental se siente perdido. Oriente es una reeducación para todos nosotros. Una reeducación que no necesita de palabras, de verdades ni de dogmas. En tres meses, el abad del monasterio zen de Kôfukuji no ha pronunciado en mi presencia ni una sola vez la palabra “zen” ni me ha explicado absolutamente nada de aquello en que cree.

Hay un sinnúmero de razones por las que un creyente puede necesitar pasar una larga temporada en un templo japonés. El hastío de los dogmas y las verdades a las que a veces reducimos nuestras tradiciones espirituales puede ser una de ellas. Pero, para mí, la verdadera razón es haber encontrado un lugar donde se me hace cercana y cotidiana la intimidad con los muertos. Antiguamente, los sufíes seguían la vía de los muertos, y se iban a vivir a los cementerios. Necesitamos conocer todas las formas de la cortesía para que el mundo nos permita entrar en su seno. La cortesía con los vivos es diferente de la cortesía con los muertos. Ellos te enseñan otro modo de estar. A los muertos es imposible engañarlos. Al igual que ellos no son lo que creían ser cuando vivían sino que son lo que hicieron, ante ellos tú eres lo que haces. Y, si no aceptan lo que eres, te expulsan. Tratar de vivir en un templo budista no tiene sentido. A los templos budistas no se viene a vivir. Se viene a morir, o se viene porque de alguna forma estás muerto. Buscas la muerte para encontrar la resurrección.
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Si te interesa el haiku, visita

http://blogs.periodistadigital.com/elalmadelhaiku.php

sábado, 10 de julio de 2010

"La oruga" de Edogawa Ranpo

El relato “La oruga” (Imomushi, 1929), de Ranpo, el Poe japonés, está escrito el mismo año que “Kani kosen”. Pasamos así del terror del realismo colectivo, al terror del mundo privado de Tokiko, en un Japón que prepara el horror del delirio político-militar de preguerra. “La oruga” lleva nuestra realidad cotidiana a uno de sus límites, y como es propio de la maestría de Ranpo, nos sitúa en ese espacio liminal donde nuestra imaginación, desatada y acuciada por la presión de la realidad, ocupa un gran espacio de nuestra conciencia, y contribuye a nuestra tortura. Incluso el eros acusa la distorsión, y Tokiko vive una fantasía dantesca.


"Esta increíble escena erótica trajo a la memoria de Tokiko la ilustración de una postal donde se representaba un pasaje del Infierno de Dante; pero, a pesar de todo, mientras su mente divagaba, el desagradable y repulsivo abrazo de la pareja pareció excitar todas sus pasiones reprimidas y paralizar sus nervios" (en Relatos japoneses de misterio e imaginación, Ediciones Jaguar 2007, p. 79)

Puede ser una visión del segundo círculo, el de los amantes que sucumben a la pasión más allá de los límites de la razón. Ranpo invierte la lógica de Dante. No el horror a que condena la pasión amorosa, sino la pasión amorosa convertida en un círculo de terror, unos cuerpos suspendidos en un gran vacío y entrelazados, como las sombras de los amantes en el torbellino que presencia Dante, y que sintiéndose desfallecer cae como un cuerpo muerto.

jueves, 8 de julio de 2010

De qué habla Murakami cuando habla de correr


En espera de la entrega de la esperada traducción al castellano de la nueva novela larga de Murakami, "1Q84", que debe estar ya casi terminada, podemos quitarnos el mono murakamiano con la única traducción de no ficción escrita por Murakami hasta la fecha ("De qué hablo cuando hablo de correr", Hashiru koto ni tsuite kataru toki ni kataru koto, 2007, Tusquets 2010). Lo cual es novedoso y de agradecer ya de por sí, pues nuestras editoriales apenas tienen espacio para cubrir ensayo de los novelistas afamados. De Oe solo una especia de autobiografía familiar ("Un amor especial") y alguna conferencia rara en volúmenes académicos, de clásicos como Soseki, Ogai o Kawabata nada. Del último sólo la correspondencia con Mishima. De Mishima algo más, sale bien parado comparativamente. De Shimada nada de nada, así que nuestra imagen de los narradores japoneses es muy incompleta, pues no tenemos idea de sus escritos más comprometidos con los problemas de su tiempo, ni de la importancia que tiene en la historia de la literatura japonesa la crítica literario-cultural, que tradicionalmente ha acompañado a la narrativa y la poesía.
Murakami inspira el título de su diario de corredor reconocidamente en la antología de Raymond Carver que lleva el título del relato "De qué hablamos cuando hablamos de amor". Murakami es un enamorado de Carver, y es el traductor de la obra completa del narrador americano al japonés. Yo creo que le gusta porque Murakami no puede escribir igual, pero le interesa igualmente el setting de las situaciones absolutamente cotidianas. Lo extraordinario para el ser humano anida dentro de la estricta cotidianidad, en esto coinciden ambos autores en gran parte de su narrativa. Pero si comparamos el enfoque del relato de Carver y el del diario de Murakami, llama la atención inmediatamente el objetivismo de Carver frente al acendrado narcisismo del japonés. Este diario de Murakami tiene algún momento bueno, como siempre en este autor, pero no es especialmente interesante saber cómo reacciona su cuerpo ante la idea de forjar una determinado modelo de corporalidad individual, y someterlo a una presión que se transforma a ratos en diálogo. Murakami es radicalmente honesto, y por ello escriba lo que escriba tiene interés. No pretende vendernos su ego, pues su sentido de identidad no está asociado a sus raíces ni a su condición de escritor. Curiosamente se muestra sobre todo en una especie de obsesión por su cuerpo. Este diario nos descubre una faceta de Murakami que no habíamos percibido hasta ahora y que nos revela un fuerte narcisismo de raíces seguramente en su propia infancia, por lo que debemos agradecerle esta muestra de sinceridad.
Si en el relato de Carver los personajes hablan entre ellos, en un espacio de reflexión común, en el diario íntimo de Murakami, éste habla con su cuerpo como un otro, y consigo mismo como un yo. Otros personajes aparecen sólo en un fondo un tanto apagado. Quizá es lo propio de la tradición japonesa del nikki, el terreno de la individualidad por antonomasia en un espacio cultural dominado por lo público.

martes, 29 de junio de 2010

Kanikosen (1929)

Rara y exclusiva publicación en castellano, la de la novela breve "Kanikosen" ("El pesquero", Ático de los Libros 2010), única muestra en nuestro idioma hasta la fecha de la novela socialista japonesa de preguerra. Deja el sabor amargo de la novela como denuncia, sabor por el que su autor, Kobayashi Takiji, tuvo que pagar el precio del asesinato a manos de las fuerzas del orden. Nada más que por esto, Kobayashi merece tener un nombre en la historia de la literatura japonesa, y debemos tener su novela en la sección testimonial de nuestras bibliotecas personales.
"Kanikosen" significa literalmente "el cangrejero" en el sentido en que decimos un "atunero". Sólo encontramos una cita literaria en la novela, una referencia a "La casa de los muertos" dostoievskiana. Un estudiante embarcado en el pesquero le dice a otro que una vez visto lo que se experimenta en este barco, poco tiene que sorprender el relato del autor ruso. Los operarios de este barco de pesca sin tregua son unos auténticos "muertos en vida". Sobrecogedor.

martes, 8 de junio de 2010

No sólo manga



"Una vida errante" (Gegika Hyoryu)
(vol. 1)
Astiberri, 2009

Yoshihiro Tatsumi (Osaka, 1935), es considerado el iniciador en Japón de la novela gráfica (Gegika) destinada a un público adulto e ilustrado.

En esta obra en dos volúmenes el autor nos cuenta su vida y su evolución como dibujante. Como un cirujano, va abriendo y diseccionando apartados vitales: el matrimonio vacío de sus padres; la complicada relación con su hermano, llena de episodios de celos y enfermedad; sus dudas como dibujante... Lo interesante de esta novela gráfica es que, Tatsumi, crea varios círculos narrativos en torno a este primer ámbito íntimo y familiar. Así nos presenta la evolución del manga en Japón desde sus inicios, el funcionamiento de las primeras editoriales, las diferentes escuelas gráficas y narrativas y su búsqueda de un lugar propio. Otro círculo envuelve todavía a estos dos: en él, con fogonazos periódicos nos enseña los acontecimientos políticos y económicos y culturales que suceden en el país, el consumo cultural que llega del exterior, los iconos estéticos y el cine.


Visualmente, el trazo cambia cuando habla de si mismo, a cuando nos habla de escenas de películas, de acontecimientos históricos o cuando nos enseña las portadas de revistas de la época. Todo precisión, no deja nada sin rematar en su repaso exhaustivo de todo lo que pasa por su vida, cercano o no.

Hábil, vasto, sensible, Tatsumi nos ayuda, a través de su obra gráfica a ver Japón desde otra perspectiva. Igual que Murakami nos lleva a través de sus mundos oníricos a una realidad estética y filosófica distinta, Tatsumi nos transmite, mediante plumilla y tinta negra emociones y sentimientos de forma intensa y sensible.
Algo que me llama mucho la atención y que veo también en cine y literatura japonesa es la tremenda facilidad con la que se enfrentan a los silencios tanto de situaciones como de personajes, sin miedo al vacío, confiando en la tremenda fuerza que las imágenes ya creadas tienen para el espectador/lector. Silencios informativos, tremendamente ricos, nada incómodos. Resulta fascinante ver como el autor puede dejar dos páginas sin texto, si acaso con alguna onomatopeya (sonido de cigarras, o el zumbido de un mosquito) y sin embargo se recorren a la misma velocidad que las que contienen texto. Reparamos en los detalles, en el plano del dibujo, en el aparente movimiento de una cortina o de un abanico. Y lo que nos cuentan. Porque ese tipo de sensaciones y de reflexiones en frente del silencio son comunes, son globales y las percibimos sin que las diferencias culturales nos estorben.

No se puede acabar este comentario sin mencionar la magnífica introducción de Kosei Ono en la que analiza el impacto del dibujante, a lo largo de 20 años, con el nacimiento de este tipo de novela gráfica y las diferencias con otros sistemas anteriores muy populares como el sistema de distribución del kashibon, una especie de librerías de préstamo e intercambio que servían también como distribuidoras de manga.

miércoles, 2 de junio de 2010

"Cuentos de Tokio"


Me teneis que disculpar. Esta entrada no es nueva. Figuraba en el blog anterior. Pero como quien elige algo viejo de su casa para llevarse a una nueva, esta película no puedo dejarla en el contenedor de segunda mano de internet. Me la tengo que llevar conmigo.
Prometo que las siguientes serán nuevas.
"Cuentos de Tokio"o "Historias de Tokio" ("Tokyo Monogatari") dirigida en 1953 por de Jasujiro Ozu es una película antológica del cine japonés pero también un clásico a nivel internacional. Y sobre todo, es una obligada referencia para entender la estética del cine japonés, tan alejada de la narrativa del cine occidental.
Jasujiro Ozu analiza el Japón contemporáneo, al contrario que otros directores como Kurosawa o Mizoguchi, que prefieren épocas anteriores y este hecho marca una significativa diferencia en los años en los que se presenta esta cinta. Pero además lo hace sin alejarse un ápice de su cultura, lo que hace esta diferencia todavía más llamativa.
Jasujiro Ozu, trata en Cuentos de Tokio el enfrentamiento entre el Japón tradicional y el Japón moderno, a través de las relaciones entre dos generaciones de la misma familia. Y lo hace escrupulosamente pero con una exquisita sensibilidad.
Formalmente Ozu nos lleva de interior en interior poniendo la cámara a una altura incómoda, como si siempre estuviésemos de rodillas. Este hecho obliga al espectador a adoptar un punto de vista propiamente oriental. Sin embargo no dura la sensación de incomodidad. Ozu no pretende eso, sino que cambiemos la forma de mirar para apreciar toda la carga informativa de sus imágenes. Los personajes son tan importantes como el espacio en el que se mueven y para conseguir este equilibrio lo que hace es no impostar ni la parte formal ni el contenido. Con muy pocos movimientos de cámara y planos fijos de composición absolutamente estudiada nos muestra un discurso visual modesto, casi austero, pero muy potente.
En cuanto al contenido, el argumento nos cuenta el viaje de unos padres ancianos que viven en el campo para ver a sus hijos en Tokio. Es ahí donde nos encontramos con una fractura generacional que a la vez es la fractura entre dos culturas. Los ancianos representan el Japón de las tradiciones ancestrales mientras que los hijos pertenecen al Japón del progreso y de las innovaciones técnicas. Los padres ven resignados cómo sus hijos están olvidando los valores en los que ellos creen y los hijos no tienen tiempo ni espacio para unos padres anticuados según las condiciones de su modernidad.
Ambos tiempos, junto con un tercer episodio a modo de epílogo están unidos por el tren. El tren como metáfora de cambio, como metáfora de viaje interior, marca la carga emocional, de cambio, de soledad y de pérdida.
Lo que remata esta fantástica película es que Ozu no nos dice qué es mejor ni qué es peor. No elige por nosotros. Con suma delicadeza pero una brutal profundidad nos enseña los cambios que se producen en su país y las consecuencias en las relaciones humanas.
Volveré a este tema, como contrapunto para la reflexión sobre los cambios de paradigmas sociales por el desarrollo económico y tecnológico en una próxima entrada. Será interesante ver esa dicotomía entre tradición y modernidad en el cine, 50 años después de que lo hiciese Ozu.
En lugar de aportar bibliografía, en esta ocasión os comento una novedad en dvd en España. El Documental "Tokyo ga" del director Wim Wenders, profundo admirador de Ozu. En el documental, realizado en 1985, Wenders se dedica a recorrer el Japón que Ozu describía para comprobar qué queda de aquél. El documental se completa con anécdotas y conversaciones, con quienes mejor lo conocieron.

martes, 1 de junio de 2010

Congreso Internacional

Se encuentra abierta la matrícula para el Congreso Internacional de Mística y Educación “Educación Universal: sabiduría con corazón”, que se celebrará durante  los días 29 a 31 de octubre de 2010 en Ávila.
Aquellos que quieran ampliar la información, aquí está el enlace.

http://www.avilamistica2010.com/

domingo, 30 de mayo de 2010

Yong-Tae Min (2008) La lluvia tiene 11 años

Agradezco a mi colega Sue-Hee Kim el ejemplar presentado de la antología de poemas de Yong-Tae Min (n. 1943) publicada por Huerga & Fierro, del que reproduzco el que aparece en contraportada:

Una hoja de papel
nos protege del frío,
porque nuestra ventana
no es más que una hoja de papel de seda.
Es vulnerable a las lágrimas.
Se deshace el corazón al contacto del rocío más ligero.

Pero en el papel de seda
un viento caído
se entrevén los musculillos de las hierbas:
se hunde, pero no se rompe.
Más bien, sube sobre el palanquín de luto
hecho flor: se hace bandera y grito.
Hermana del aire,
alma de Corea.
Cinco mil años de historia
no han tenido más escudo:
una hoja de papel de seda.

miércoles, 26 de mayo de 2010

BIENVENIDA

Bienvenido/a a la nueva edición de nuestra plataforma de pensamiento global. La tecnocracia decide cosas por nosotros, como no dejarnos acceso a nuestra versión antigua en otro servidor, pero no puede impedir que nos reproduzcamos como las setas, por ahora. Así que nos aprovechamos de los entresijos que nos dejan abiertos para volver a asomarnos al espacio público virtual y seguir reivindicando las políticas privadas de resistance (Morin), seguir divirtiéndonos “a nuestra manera,” y seguir dando testimonio de algo que ya está ocurriendo: se está derrumbando el “muro” de la ignorancia en el espacio intelectual. Celebrémoslo juntos firmando nuestro manifiesto.

Esta vez construimos un espacio de opinión común y abierto, liderado por un grupo de colaboradores cuyos perfiles están disponibles para ti, todos deseosos de contribuir a crear un verdadero espacio de pensamiento en clave global.
Frente a la globalización del poder tecno-económico y sus espacios restrictivos de sujeción y chantaje moral, construyamos nuestros espacios libres de intercambio, espacios de intercambio global de las ideas. Comprendamos las partes desde el todo, no el todo desde las partes.

Nuestra página parte del perfil de niponólogos, amantes del Asia Oriental, y amantes del saber global de la mayoría de sus miembros. Es nuestra forma personal de acceso al espacio global. Deseamos acabar con el eurocentrismo, pero no pretendemos montar un orientalismo. Somos conscientes de la necesidad urgente de crear un espacio del saber libre de la hegemonía del tecno-cientifismo que no es sino la ideología del tecno-capitalismo contemporáneo. Y no creemos en las alternativas new age de ningún tipo de asianismo. Buscamos un saber del ser humano que contribuya a liberarle de sus ataduras intelectuales a todos los saberes mercantilizados del presente.

Te invitamos a contribuir en este pequeño proyecto.

jueves, 6 de mayo de 2010

Why is Shinto Research Important Now?

There is no need to argue that we are witnessing a momentous turning point in our history. Or we might call it the “formation of a new world” in a Shinto-like expression. But this is precisely one of the fundamental topics regarding Shinto cosmogony. So, Shinto has a word concerning the future of human destiny. And this is most important if we just consider the perils assailing us at present, i. e. the danger of a univocally defined globalization, in terms of one world-culture, one world-religion. It is right there where Shinto can contribute to a different model of globalization, that of a plural world culture.