lunes, 30 de mayo de 2011

El camarada (1932) de Kobayashi Takiji

Recién anexionada Manchuria al imperialismo japonés, se inicia en Japón una purga de intelectuales y activistas comunistas y obreros que en pocos años daría al traste con las aspiraciones revolucionarias y sumiría al país en la vorágine militarista.
La literatura proletaria de Taisho heredada en la década de los treinta es uno de los movimientos activos que sufre directamente la purga. Kobayashi Takiji (1903-1933), que hemos presentado con ocasión de la traducción de Kanikosen (1929) al castellano, en El camarada (To-seikatsusha1932), su última obra, nos ofrece un verídico relato de la organización obrera en su fase de formación y resistencia al asedio de la caza de brujas por la policía. Un testimonio sincero y ágil, en estilo cercano al nikki, narrado en primera persona. De lectura amena y una extensión muy moderada, sin violencia innecesaria ni cartilla propagandista. Kobayashi habla de sí mismo a través del narrador y nos hace partícipes de su lucha y su esperanza, así como de su indignación, término hoy muy de actualidad. En 1933 la indignación de Kobayashi le llevó a morir en la cárcel, a manos de sus captores.

"Por el camino, no paró de repetir <¡No pensaba que llegaríamos a tanto!>,   <¡El apoyo de la multitud es algo maravilloso!>" (p. 139). Esta es la "multitud" de que hablan Hardt/Negri, poniendo en ella sus esperanzas, quizá la de los movimientos del tipo 15-M. La de Kobayashi pretende ser la genuina literatura de "masas" japonesa que ha servido de referencia permanente a autores como Yoshimoto u Oe. Nuestra felicitación a la editorial El Atico de los Libros por tan oportuno rescate bibliográfico.

martes, 10 de mayo de 2011

Mochizuki en Kairós

Misato Mochizuki (1969) ofrece una buena muestra de su universo compositivo en el sello Kairós, especializado en música concreta. En Mochizuki se entiende perfectamente lo que quiere decir música "concreta", es decir el polo opuesto a la abstracción. Crea atmósferas con varios niveles de registro e intensidad, un fondo, un primer plano y puede que un plano intermedio. Y todo con un estilo totalmente impresionista y a veces minimalista. Su formación japonesa trasciende en ecos del shakuhachi y del sho, que consigue con la flauta o flauta bajo y una combinación de clarinete y cuerda. No hay gran orquestación, los instrumentos se desplazan con gran libertad, confluyendo ocasionalmente de manera muy efectista. Merece que se le preste atención. A disfrutarlo.