miércoles, 22 de junio de 2011

"Kaimetsu no jokyoku" (Preludio a la aniquilación, 1949)

La Editorial Impedimenta ha tenido el detalle de regalarme un ejemplar de Flores de verano, de Tamiki Hara, con lo que este autor de posguerra entra por primera vez en nuestras librerías. De las tres narraciones que incluye, a mi juicio la más interesante es la que se nos ofrece en primer lugar como sugerencia de orden de lectura. Nos narra la vida de unos cuantos personajes emparentados familiarmente los días antes de la hecatombe nuclear. Los personajes oscilan desde un exceso de confianza en que Hiroshima está a salvo, a los que tienen un fatal presentimiento, expresado en imágenes literarias que dan gran riqueza intertextual a esta breve narración. Por ej., la evocación un par de páginas antes del final del Diluvio Universal, por cierto una imagen tomada de la Biblia que predican quienes unos días más tarde lo van a actualizar macabramente en versión localizada en Japón y lluvia de fuego. Paradójico. Hara demuestra ser un gran narrador, en la gran tradición japonesa del relato breve.
El dramatismo tan efectista de este relato procede del hecho de que unos días antes es justo el momento en que pensamos "esto no debería haber pasado", "se pudo haber evitado", aún más conmovedor que el relato de los días después, pues lo hecho ya es inalterable y no tiene sentido darle vueltas, no hay otro camino que asumirlo. Pero lo que está a punto de ocurrir pero aún no ha ocurrido... Es como un viaje en el tiempo de esos en los que tenemos la tentación de intervenir y salvar al mundo, antes de que ocurra lo que ahora sabemos, pero aún no se sabía unas horas antes, es como "aún estamos a tiempo".
Otra cuestión que queda palpable es la absoluta inutilidad del holocausto en términos de necesidad histórica. La población estaba suficientemente hostigada, el final de la guerra era inminente, y a pesar de eso... Todas las argumentaciones del tipo "no quedó más remedio", "habría sido peor", quedan expuestas como lo que son, argumentos de evasión de responsabilidad del agresor, de un cinismo que aún hoy es indignante. A fin de cuentas cuál es la frase favorita que dirige el maltratador a su víctima? No es "no lo quiero hacer, pero no me dejas otra opción"?
En definitiva, celebro la oportunidad de esta publicación. Ahora queda para cumplir nuestra deuda con los autores clave de posguerra traducir a Hiroshi Noma, ¿alguien se atreve?

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